MÁS ALLÁ DE LA MIRADA…
encontramos al Arte en su obra, recuerdos, esperanzas, sueños cumplidos y por nacer, sobresaltos, paz y placer, directo al corazón.
Más aún, mucho más que esto, una obra de arte es el fruto de una vida, de una sociedad, de un instante.
Interrogantes y respuestas van plasmándose desde el nacimiento de la humanidad en una estética dinámica.
Como el aletear de una mariposa va cambiando sentimientos y desarrollando un efecto dominó en nuestras vidas, para quien las contempla y quien las realiza.
Sacudidas del alma. Movidas del espíritu. Quietudes de ansiedades. Sosiegos de la luz.
El Arte sobrevive a las épocas y trasciende los límites humanos, credos, razas y edades.
La imagen domina totalmente la materia, las hormonas, los sentimientos y
sobran palabras, gestos, ecos y música, ante su suprema dinastía, llevando orgullosa una historia, un cuento, una necesidad y una ofrenda.
Los sujetos auténticos cuestionan el orden establecido y recorren todo espontáneamente como artistas, sin dogmatismos de la razón, moral o fe. No hay objetividad sino sujetos históricos y por tanto cambiantes.
Desde una filosofía que puede discutir la pura racionalidad Nietzsche continúa :”el arte representa la tarea más elevada y la actividad genuinamente metafísica de esta vida” (en El nacimiento de la tragedia)
En el arte hay búsqueda de verdad a través de la belleza, al par de cualquier otra búsqueda que provenga de la ciencia, del amor o de la política (Alan Badiou, Manifiesto por la filosofía)
La belleza tomada como emoción profunda causada por algo que sorprende a la razón.
Como sorprendió La Fuente (1917) una obra de Marcel Duchamp. En ese año expuso un mingitorio en el museo de Nueva York, recontextualizando objetos de uso diario, incluso pedestres, en objetos de arte.
MARIA RAQUEL BONIFACINO
mariaraquelbonifacino.com
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